¿Necesitas asesoramiento?

Si te has sentido identificado/a con alguna de estas situaciones y estás preocupado/a, no dudes en consultarnos y en preguntar lo que necesites.

Contáctanos

Las agresiones sexuales suponen una expresión de violencia en la que se desinhiben los impulsos sexuales, sin considerar el deseo ni las libertades de la otra persona. Afrontar una agresión sexual supone una experiencia tan estresante que, en muchas ocasiones, se necesita el apoyo psicológico para poder asimilarla. Ante una vivencia de este tipo, podemos sentir una sensación de irrealidad y pensar, incluso, que la agresión no se ha producido. Otras veces, sin embargo, re-experimentamos lo sucedido de manera persistente. En cualquier caso, seguramente, nuestras emociones serán intensas y pueden oscilar entre el miedo, la tristeza, la rabia, la culpa y la vergüenza. Además, puede que disminuya nuestra capacidad para tomar decisiones o concentrarnos en las tareas cotidianas. Algunas personas pueden tardar unos meses en exteriorizar su malestar psicológico, presentando problemas relacionados con el estrés postraumático, la depresión, los trastornos adaptativos o la ansiedad. Ante estas situaciones, el apoyo psicológico busca minimizar el impacto de la experiencia fortaleciendo los recursos de las personas que las han padecido. Para ello se trabaja el desahogo emocional y la expresión de los sentimientos, la reelaboración emocional y cognitiva del suceso para facilitar su asimilación y reubicación en un marco de seguridad psicológica y las secuelas cognitivas, emocionales, sociales y sexuales que puedan haberse producido.

La intervención psicológica también ha mostrado ser eficaz para prevenir la realización de la agresión sexual y reducir el malestar de las personas que la perpetran. Factores como el acúmulo de situaciones estresantes, la presencia de actitudes machistas, el consumo de sustancias o la dificultad para gestionar emociones desagradables (depresión, la ansiedad, ira, etc.), podrían favorecer las agresiones sexuales que supondrían, a su vez, un mecanismo para afrontar dicho malestar. Este sistema de afrontamiento que, a corto plazo, puede aliviar el malestar de quien agrede, ocasiona consecuencias negativas a medio y largo plazo (tanto en el agresor como por supuesto en la víctima). A través de la intervención psicológica, se trabajan aquellas variables personales que podrían mantener el problema como las estrategias de autocontrol, la autoestima, la gestión emocional o algunas ideas y concepciones que podrían estar desajustadas. Asimismo, se aborda el ámbito de las relaciones interpersonales a través de la mejora de habilidades de comunicación y empatía. En este punto, también resulta necesario trabajar la dimensión sexual, para favorecer el ejercicio de una salud responsable en este ámbito. A partir de este trabajo, se acompaña a cada una de las personas en un proceso de fortalecimiento personal que permita, reubicando su experiencia pasada, reaprender la relación consigo mismo y los demás.