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La orientación sexual hace referencia a la atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia hombres o mujeres. Si nuestra atracción sexual está dirigida preferentemente hacia personas de distinto sexo, hablamos de heterosexualidad. Si nuestra atracción sexual está dirigida preferentemente hacia personas del mismo sexo, hablamos de homosexualidad. Y si nuestra atracción sexual está dirigida hacia ambos sexos, se habla de bisexualidad. Pero existen otras opciones como la pansexualidad que caracteriza a personas que se pueden sentir atraídas por otras de cualquier sexo, identidad o expresión de género. O la asexualidad de las personas que no sienten atracción sexual por otras, tengan el sexo que tengan. Y hay otros mil matices que configuran una gran diversidad afectivo-sexual entre la población.

En la actualidad, una parte de la sociedad sigue mostrando actitudes negativas hacia la homosexualidad y la bisexualidad. Esto provoca que algunas personas homosexuales o bisexuales adopten e interioricen hacia sí mismas esas actitudes homófobas imperantes, presentando lo que conoce como homofobia o bifobia interiorizada. Algunas conductas, pensamientos o actitudes que pueden ser indicadoras de la presencia de homofobia interiorizada o bifobia son:

1. Control minucioso acerca de quién conoce la orientación sexual
2. Sentirse incómodo ante la revelación de la propia orientación sexual.
3. Sentirse incómodo al interaccionar en público con una persona homosexual o bisexual.
4. Ser incapaz de hablar sobre temas relacionados con la homosexualidad o la bisexualidad en público.
5. Sentirse intimidado en lugares frecuentados por personas homosexuales o bisexuales.
6. Deseo persistente por cambiar la propia orientación sexual.
7. Pensar que las personas homosexuales o bisexuales no pueden mantener una relación de pareja a largo plazo.
8. Pensar que las personas homosexuales o bisexuales son más promiscuas que las heterosexuales.

En ese sentido, es probable que esta discrepancia entre lo que la persona siente y los mensajes que le lleguen de la sociedad cree un conflicto interno que provoque malestar psicológico y requiera intervención psicológica. La intervención, enmarcada en la tradición cognitivo-conductual, se aborda desde tres niveles. A nivel cognitivo, el objetivo es la eliminación los pensamientos irracionales y la sustitución de los esquemas mentales distorsionados por nuevos patrones de pensamiento. A nivel conductual, el objetivo es incrementar las conductas que hagan probable el contacto con otras personas homosexuales o bisexuales sin que se produzcan conductas de evitación. A nivel emocional, el objetivo es el control y el manejo de las emociones asociadas, como el miedo o la ansiedad.