El tipo de estímulos por el que las personas experimentan interés sexual varía mucho. Los hay que se sienten atraídos hacia su propio sexo, el otro o hacia ambos y esto configura un primer nivel de atracción sexual (la orientación del deseo sexual). En un segundo nivel se situarían los gustos o preferencias sexuales concretas, que determinan que las personas homosexuales no sientan atracción por absolutamente todas las personas de su propio sexo o las heterosexuales por las del sexo contrario. Estos gustos o preferencias se configuran en torno a características físicas como la altura, complexión y fisionomía o el concepto de belleza, sociales como la raza o el poder adquisitivo, personales como el carisma o las habilidades sociales y especialmente en torno a la edad (que suele ajustarse a un rango similar a la del propio individuo). Lo más habitual es que estos gustos se ajusten a lo socialmente deseable, en cuyo caso hablamos de que la persona experimenta una atracción normofílica. Sin embargo, hay ocasiones en las que el objeto de deseo sexual se desvía de lo socialmente aceptable; en algunos de esos casos se considera que la persona experimenta una atracción sexual parafílica.
Para el diagnóstico de una parafilia, la persona debe experimentar, al menos durante 6 meses, fantasías, impulsos o comportamientos sexuales desviados del objeto de deseo sexual normal. El manual DSM-5 contempla en la actualidad los siguientes trastornos parafílicos:
Voyeurismo: excitación sexual derivada de la observación de una persona desprevenida que está desnuda, desnudándose o dedicándose a algún tipo de actividad sexual.
Exhibicionismo: excitación sexual derivada de exponer los genitales a alguien desprevenido.
Frotteurismo: excitación por tocar o frotarse contra una persona sin su consentimiento.
Masoquismo sexual: excitación por ser humillado, golpeado o sometido a sufrimiento.
Sadismo sexual: excitación derivada del ejercicio de la violencia física o psicológica.
Pedofilia: atracción sexual hacia niños prepúberes (generalmente menores de 13 años).
Fetichismo: excitación sexual derivada del uso de objetos inanimados o la fijación en zonas concretas del cuerpo no genitales.
Travestismo: excitación sexual derivada del hecho de vestirse con ropas del otro sexo.
Otros trastornos parafílicos no especificados: atracción por cualquier estímulo sexual que se considere socialmente desviado y que no haya sido enumerado previamente.
La gravedad del cuadro clínico viene determinada por aspectos como el grado de exclusividad de la atracción parafílica (¿logra excitarse con algún tipo de estímulo normofílico?) o la propia naturaleza de la parafilia (por sus consecuencias, la pedofilia se considera la más grave de las parafilias). Dependiendo de su gravedad, su tratamiento se dirige o bien al recondicionamiento del interés sexual o bien al control de la respuesta sexual para evitar la comisión de cualquier tipo de delito sexual o a ambos.